Sicilia y los legisladores



Una pérdida como la que sufrió Javier Sicilia debe provocar el dolor más grande que pueda experimentar un ser humano. ¿Qué necesidad había, entonces, de añadirle teatralidad política?

Ninguna relación hay entre la inseguridad y hacer “corresponsables de nuestro dolor” y llamar “traidores” a los miembros del Congreso porque “no quieren un candidato civil” a la Presidencia en 2012.

Javier Sicilia desvirtuó su movimiento porque puso el énfasis en la política, en las “elecciones de la ignominia”, con una teatralidad mesiánica que no se corresponde con el legítimo dolor y enojo de un padre que perdió a su hijo a manos de pandilleros del cártel del Pacífico.

Los legisladores hicieron bien en abrirle las puertas del Congreso a Sicilia y a un respetable grupo de agraviados por la inseguridad que priva en el país. Pero la pena que sufren no los hace poseedores de la verdad en los terrenos de la política y de las elecciones.

Según Sicilia, el Congreso es corresponsable por auspiciar la guerra de Calderón contra el crimen organizado.

Está bien que lo haya dicho, aunque no le asista la razón.

Lo que resulta insólito es que haya pretendido hablar en nombre de todos los agraviados por la violencia y exigir a los partidos que el tema de la seguridad se excluya de las campañas del próximo año.

¿Cómo no se va a hablar de los 50 mil muertos?

¿Con qué derecho nos quiere privar Sicilia de las propuestas de los candidatos sobre un tema que nos aqueja a todos, es decir, a México?

Su protagonismo lo llevó a hablar en nombre de una sociedad a la que no representa ni lo ha elegido.

Dijo que las próximas elecciones serán “las de la ignominia”.

Si eso piensa, adelante. Pero se puede disentir.

Sicilia camina por la nube del mesianismo autoritario. Perdió de vista que habló ante los legisladores porque unos desalmados mataron a su hijo.

A él no lo eligió nadie para hablar en nombre del resto de la sociedad en contra de las elecciones.

Lo que hay en un régimen democrático son elecciones para dirimir diferencias y proyectos.

Y si las elecciones son una “ignominia”, ¿qué nos queda? Nos queda la ley del más fuerte, la barbarie, como la que aplican los asesinos de su hijo.

Desde luego el sistema electoral se puede perfeccionar, y sería positivo que hubiera candidaturas independientes. Pero eso es otra cosa.

Lo que hubo en el Castillo de Chapultepec (sitio elegido por Sicilia) fue un desahogo dentro de las instituciones democráticas.

Qué bueno. Pero no pretendan tener escriturado el sentir de la nación, como al parecer piensan Sicilia y sus seguidores en los medios.