Que Calderón se faje pantalones vs migra no que se lo baje!





Con coraje en su voz y lágrimas en sus ojos, Jesús Hernández, padre del adolescente asesinado presuntamente por un agente de la Patrulla Fronteriza, exigió ayer al presidente Felipe Calderón “que se amarre los pantalones” ante las autoridades estadounidenses y vea que se haga justicia en este incidente que le costó la vida a su hijo Sergio Adrián, de 15 años.

“Si tiene poquitos pantalones, que se los amarre y vea esta injusticia”, exclamó entre sollozos el hombre luego de acudir a la Subprocuraduría de Justicia en la Zona Norte para iniciar los trámites de la entrega del cuerpo del jovencito, que por la tarde fue recibido por familiares y amigos en una humilde casa en la colonia ampliación Plutarco Elías Calles, donde se celebran los servicios fúnebres.

Ahí su mamá, María Guadalupe Güereca, lloraba su muerte, y en medio del dolor que dijo sentir exigió a las autoridades mexicanas que busquen justicia ante su contraparte norteamericana para que la muerte de su niño, como lo llama, no quede sin castigo.

“Así como ellos (los estadounidenses) exigen justicia y que se aclaren rápido las cosas cuando matan a alguien de ellos en México, que así se exija ahora”, pidió la mujer de 46 años.

Sergio Adrián Hernández Güereca iba a cumplir 16 años en septiembre, cursaba el primer grado de preparatoria y la tarde del lunes acudió con sus amigos al bordo del río Bravo mientras su hermano mayor se desocupaba de su trabajo como maletero, en la Aduana del Puente Reforma, mejor conocido como Lerdo.

Su madre mencionó que fue hasta allá para pedir dinero a su hermano porque necesitaba comprar cosas que le encargaron en la escuela, pero ya no regresará a las aulas “porque fue asesinado por un agente de la migra”.

“Lo que se hizo con mi hijo fue un crimen, un acto de cobardía”, declaró entre lágrimas María Guadalupe mientras narraba ante los medios de comunicación que su hijo fue asesinado arteramente justo debajo del “Puente Negro”.

El único error de su hijo fue haber ido al río a esperar a que su hermano saliera de su trabajo para regresarse a su casa, señaló la mujer que trabaja como coordinadora del transporte escolar en el Gobierno Municipal.

Su hermana Rosario dijo que Sergio era un adolescente alegre, que le gustaba bailar, pero no era pandillero, como lo han querido hacer pasar algunos, y que se dedicaba al estudio.

Es el único de los cinco hermanos que logró entrar a la preparatoria. Una hermana vive en Aurora, California, en Estados Unidos.

Mientras hablaba de su hermano, Rosario mostró un documento de reconocimiento que le entregaron al adolescente por el esfuerzo que realizó para mejorar su desempeño como estudiante en el ciclo 2006-2007 en la secundaria Montesinos, donde cursó dos años, porque luego se cambio a la Federal 7.

También mostró reconocimientos que le entregaron por su destacada participación en torneos de futbol rápido, que era su pasión.

Su madre comentó que Sergio quería terminar la preparatoria para luego incorporarse al Cipol o enrolarse en el Ejército.

“Su muerte me destrozó la vida, m’ijo se la llevó junto con él”, dijo mientras sollozaba sentada en un sillón, el único mueble que permanece en el pequeño cuarto de adobe y piso de tierra, cubierto con un pedazo de alfombra, donde velan a Sergio.

La casa está enclavada entre peñascos en la colonia ampliación Plutarco Elías Calles, en el poniente de la ciudad. Ahí vive su hermana; varias cuadras más arriba está la vivienda donde el adolescente vivía con su madre.

El padre del menor, de oficio lavacarros, vive en otra colonia por la salida de la ciudad.

El hombre dijo que “unos gringos” que vieron todo le ofrecieron ayuda y las fotos o video que grabaron.

“Mi hijo no traía nada en las manos, ni armas ni piedras”, afirmó el hombre.

Su familiares comentaron que los amigos de Sergio les narraron que andaban jugando cuando de repente un oficial “de la Migra”, en bicicleta, les gritó algo y empezó a disparar.

Todos se asustaron y corrieron, pero Sergio se escondió en el muro del “Puente Negro” y cuando se asomó para ver si ya no había nadie se topó de frente con el agente, quien a corta distancia le disparó.

“Ellos (los agentes) decían que les habían tirado pedradas, pero los muchachos dicen que no es cierto y aunque eso haya sido cierto no es justicia que lo hayan matado”, afirmó Rosario.

Aseguró que Sergio no iba a brincar para el otro lado y advierte: “vamos a llegar hasta donde se pueda” para que se haga justicia por su muerte.