Ciudad Juárez 31-01-10
No hay manera de contar las muertes violentas una mañana de domingo en ciudad Juárez. En realidad esa matemática del horror fronterizo nunca es confiable. La noticia de una masacre particularmente sangrienta en una fiesta de estudiantes de bachillerato –menores de edad según todas las probabilidades- deja un saldo de horror de 13 muertos y ocho heridos. La portada del diario digital -http://www.diario.com.mx/- nos sacude con la noticia de los hechos acaecidos la madrugada del domingo.
Se imponen dos comentarios previos: algo que agregar a la terrible desnudez de esta escueta nota El primero referente al hartazgo de la población ante una guerra impuesta desde el cálculo político y la distancia; dice la nota del Diario de Juárez: Cabe mencionar que los vecinos del sector casi linchan a los soldados y policías que llegaron al lugar de los hechos, ya que, aseguran, solo sirven para estorbar y pisar las evidencias en la escena del crimen. !Pobre Juárez tan lejos de los Pinos y tan cerca de “entregarle el alma a Dios”!.
Luego, la insensibilidad y oportunismo de la clase política hace necesario que se le exija silencio y respeto a los deudos sumidos en el dolor –así como a una población sometida a un experimento bélico irresponsable y sanguinario. Además, como es poco probable que los políticos reconozcan sus fallos y den marcha atrás a unos operativos que solo han venido a agravar la situación, la idea de una suspensión -temporal o definitiva- de las elecciones (como propuso Carlos Murtillo en El Espartaco: No soluciones, no elecciones) es una cosa que hay que comenzar a considerar. La de la masacre de preparatorianos de la Villa de Salvarcar, Juárez exige más que palabras. Los más de (s)cin-cuenta muertos de este fin de semana deben recuperar la voz para advertirnos que su muerte exige –más allá de la justicia- un replanteamiento del sentido de la ley.