Protegen Calderón y hasta la DEA a ‘El Chapo’, acusa




La estrategia de seguridad desplegada por la Federación en el país y particularmente en Ciudad Juárez para combatir el narcotráfico es falsa porque el gobierno de Felipe Calderón protege al Cártel de Sinaloa y a su líder, Joaquín “El Chapo” Guzmán, asegura la periodista mexicana Anabel Hernández.

Además, según plantea la autora del libro “Los Señores del Narco” en entrevista telefónica con El Diario, la actuación de Estados Unidos en medio de esta “guerra” tampoco ha sido muy clara y empieza a aflorar información que señala la presunta operación del Cártel de Sinaloa en ese país con la anuencia de instancias como la misma Agencia Antidrogas (DEA).

“Para el Gobierno federal sólo son prioridad los enemigos de ‘El Chapo’ y por eso tenemos la masacre que tenemos, por eso Ciudad Juárez está como está”, advierte la periodista desde Italia, donde imparte una serie de conferencias sobre el tema del crimen organizado.

Indica que esa protección al grupo encabezado por “El Chapo” es sistemática, casi como una política pública, y aunque no puede responder si el presidente Felipe Calderón está involucrado o participa de esta acción, subraya que es un hecho que el mandatario federal sabe lo que ocurre y resulta casi increíble que no sea cómplice cuando protege a Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública Federal, a quien identifica como el artífice de esta guerra y vincula con el crimen organizado.

Por ello, subraya, esta guerra no es contra los narcotraficantes como el Gobierno lo ha promovido, sino es una guerra entre narcotraficantes “en la que el Gobierno federal ha sido parte de uno de sus grupos criminales, y ha sido parte porque me refiero a que los ha protegido”.

La reportera sostiene que si bien los narcos son las caras y los nombres visibles en esta “guerra”, los verdaderos señores del narco no son los más buscados por las autoridades policiacas, sino personajes enquistados en la clase política y económica del país, así como en la función pública de todas las esferas de Gobierno, desde donde han creado una amplia red de complicidades para el lavado de dinero y protección de los criminales.

“Los importantes son los otros, los que no son buscados, pero que sin embargo son personajes públicos, que ostentan el poder, que lo usan, que trafican con él, que, sin embargo, está probado, pude probar fehacientemente, que en uno u otro momento en las carreras de estos empresarios, políticos, ex gobernadores, ex presidentes, actuales secretarios de Estado, jefes policiacos y todos los nombres que hablo y documento en el libro, en uno o en otro momento sus carreras estuvieron vinculadas al narcotráfico”, afirma.

De hecho, atribuye a esos “otros señores del narco” las amenazas de muerte que pesan en su contra y un atentado que sufrió su familia en enero y por el que ahora todos cuentan con escolta personal proporcionada por el Gobierno del Distrito Federal.

Sin embargo, a cuatro meses de la publicación de su libro –del que ya circulan 75 mil ejemplares en el país–, la periodista asienta que no sólo nadie la ha denunciado por lo ahí expuesto, sino que nadie ha desmentido ni una sola línea.

Ante la situación que se vive en México, la investigación de Anabel prácticamente se ha convertido en un libro de consulta para tratar de encontrar respuestas al derramamiento de sangre de más de 43 mil personas asesinadas durante los poco más de 10 años de gobiernos federales panistas.

Aunque muchas de estas historias y señalamientos han sido documentadas en su momento por este medio de comunicación, El Diario hoy da voz a la periodista Anabel Hernández, quien tras señalar que la cuota de sangre que ha pagado esta ciudad es cruel, inhumana e infame, dice que los juarenses también deben asumir una corresponsabilidad para frenar a todos los señores del narco y evitar que sigan salpicando de sangre a todos los mexicanos.



El Diario (ED)— ¿Cómo te ha ido, qué efectos ha tenido la investigación en la opinión pública, con los empresarios, los políticos y las autoridades mexicanas y de Estados Unidos que en tu obra quedaron al desnudo como estructuras al servicio del narco?



Anabel Hernández (AH)— Realmente fue un trabajo muy agotador en lo humano, en lo intelectual, en lo anímico. Fueron poco más de cinco años de investigación.

El libro iba a ser solamente una biografía de “El Chapo”, de esas biografías que son tan comunes, casi casi enalteciendo a estos nefastos personajes. En un principio, y lo reconozco con toda mi ignorancia, creía en esta leyenda construida con base en mentiras tanto por parte del Gobierno de México como del de Estados Unidos. Ese gran personaje, el capo súper inteligente que se fugó en el carrito de lavandería y todas estas historias de leyenda, míticas. Poco a poco, conforme fui avanzando la investigación, fui comprendiendo que de listo este hombre no tiene nada, es muy vivillo, pero de listo intelectualmente pues realmente no. Es un tipo que estudió hasta el tercero de primaria, apenas sabe leer y escribir, ni siquiera le salen bien las cuentas, ni las multiplicaciones, ni la restas; cuando en su primera declaración ministerial en 1993 le pregunta el Ministerio Público: ¿Cuánto dinero gana? ¿Cuánto le paga a sus escoltas? Y total que las cuentas no le salen, es ridículo.

Total que uno va descubriendo entonces que este personaje no llegó a la revista Forbes como uno de los hombres más poderosos y ricos del mundo así como así, sino que es el producto de algo más, de toda una red de complicidades, de corrupción, que ha permitido que este hombre llegue a ser, sin duda alguna, de acuerdo al propio gobierno de Estados Unidos, uno de los capos más peligrosos e importantes del mundo, ya no sólo del continente, sino del mundo.

Entonces la investigación se fue transformando poco a poco, conforme fue avanzando, hasta llegar a eso, al libro de “Los Señores del Narco”, donde sí están los señores del narco que todos conocemos, pero también están los otros señores del narco, los realmente, yo diría, importantes, fundamentales, en la existencia de “El Chapo” Guzmán, del “Mayo” Zambada, de Arturo Beltrán Leyva, de Héctor Beltrán Leyva y de todos estos grandes capos que aparecen en los cárteles de la DEA, del FBI y de la PGR.

ED— ¿Qué efecto ha tenido revelar esta red de complicidades?

AH— El libro ha sido muy polémico, estaba consciente que así iba a ser, porque evidentemente toca intereses nunca antes tocados de esta manera. Siempre el distractor han sido los grandes capos, pero nadie se pone a pensar: ¿Y quién le lava el dinero a estas personas? ¿En qué hangares estacionan sus aviones? ¿Cómo operan en el Aeropuerto Internacional de México? ¿A través de qué empresas operan en el Aeropuerto Internacional de México?

Estoy consciente que ha sido tocar una serie de intereses y parte de las consecuencias, irónicamente, es que he recibido presiones, he recibido informaciones de que, por ejemplo, en diciembre y en enero se estaba orquestando un atentado en mi contra, un atentado de muerte por parte presuntamente de Genaro García Luna y de su equipo más cercano, que son parte de los funcionarios más exhibidos, más denunciados en el libro, junto con muchos otros, pero la relevancia que tiene que un secretario de Estado tenga un señalamiento como el que hago en el libro entiendo que es una situación delicada, una situación muy comprometedora, pero sé lo que escribí, sé que así es, tengo documentos que así lo prueban y están en el libro.

Entonces, las amenazas que recibí no fueron de los señores del narco, de los que aparecen en los carteles de los más buscados sino, más bien, son los otros señores del narco quienes me han amenazado por ver comprometidos sus intereses.

Debo decir que por desgracia estas amenazas siguen vigentes, en enero de este año mi familia sufrió un atentado muy grave, incluso ya es una investigación conjunta entre la Procuraduría capitalina y la Procuraduría del Estado de México. Hoy por hoy sigo contando con la escolta que me dio la Procuraduría del DF desde el 4 de diciembre pasado y por desgracia como el estado de alerta no ha disminuido, ahora también hasta mi familia tiene escoltas, lo cual es una vergüenza que sólo por escribir la verdad, sólo por hacer periodismo de investigación, tenga que vivir de esta manera.

La periodista prefiere no dar mayores detalles sobre el atentado porque se encuentra bajo investigación y porque se trata de un asunto “muy maquinado” que le preocupa y por el que incluso organizaciones internacionales de periodistas le ofrecieron refugiarla en un país europeo.

Sin embargo, Anabel descarta la posibilidad de exiliarse porque considera que si los periodistas dejan de trabajar por el acoso de narcotraficantes, condenan a la sociedad a vivir de rodillas ante los criminales y a las próximas generaciones de comunicadores a que sea imposible desarrollar su trabajo.

Por ello, crítica el “Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia” firmado la semana pasada por varios medios de comunicación, pues considera que se trata de un pacto impulsado por el Gobierno federal para callar a los periodistas y regular la información que recibe la sociedad.

“La situación es delicada, es sangrienta, pero esa es nuestra realidad, porque además el Gobierno sabe que esta violencia, la violencia en sí no es el problema, es sólo una expresión de un problema mayor que es esta gran corrupción y gran penetración del narcotráfico en el Estado mexicano, qué fácil es pedir que nos callemos, porque eso sólo los hace más impunes”, expone.



ED— Has recibido amenazas por lo expuesto en el libro, pero ¿no ha habido deslindes, particularmente del secretario de Seguridad Pública Federal por lo que documentas en el libro?

AH— Si te refieres con deslindes a alguna denuncia civil, que es lo que correspondería, por supuesto que asumo, entiendo, que cualquiera de las personas a las que yo menciono en el libro, empresarios y políticos, están en su derecho de denunciarme por difamación si lo consideran oportuno, si creen que de verdad yo estoy mintiendo, pero nadie lo ha hecho. Han pasado cuatro meses y nadie ha desmentido ni una sola línea de mi libro, nadie ha iniciado ningún proceso legal, ni siquiera este hombre, Vicente Fox, que en determinado momento subió a su Twitter una serie de insultos en mi contra, hasta la fecha no me ha denunciado porque él sabe cuál es la verdad.

ED— Afirmas que ésta es una guerra entre narcotraficantes y no del Gobierno contra narcotraficantes, ¿por qué?

AH— Cuando lees el libro y vas avanzando, te das cuenta que hay una serie de documentos, de información, sobre todo del capítulo ocho en adelante, desde que se está planeando la fuga de “El Chapo”, de cómo los gobiernos de Vicente Fox y de Felipe Calderón han protegido al Cártel de Sinaloa sistemáticamente, casi como una política pública, y ahí están los expedientes, las pruebas documentales. Incluso pude obtener las fichas internas de la llamada estrategia, la “guerra contra el narcotráfico”, que diseñó el gobierno de Felipe Calderón, por cierto, desde el despacho de Genaro García Luna, donde es clara la estrategia. La estrategia es: combatir a los enemigos de “El Chapo” y protegerlo a él. Pese a que “El Chapo” Guzmán, Ismael “El Mayo” Zambada, Nacho Coronel, Juan José Esparragoza Moreno son hoy la organización criminal más importante, para el Gobierno federal no son una prioridad, sólo son prioridad los enemigos de “El Chapo” y por eso tenemos la masacre que tenemos, por eso Ciudad Juárez está como está.

Mientras Vicente Carrillo Fuentes fue parte de la Federación, mientras fue socio del “Chapo”, que fue desde finales de 2001 hasta enero de 2008, Ciudad Juárez no estaba incendiada como lo está hoy. Es a partir de la ruptura de Vicente Carrillo con “El Chapo” que Ciudad Juárez empezó esta pugna por el territorio. Es muy claro que mientras todos estos capos fueron socios del “Chapo” Guzmán nadie los molestó, a partir de que se pelean con él, como Arturo Beltrán Leyva, como Vicente Carrillo, es cuando empieza la persecución del Gobierno, por eso afirmo que esta es una guerra entre narcotraficantes en la que el Gobierno federal ha sido parte de uno de esos grupos criminales y ha sido parte, me refiero, porque los ha protegido.

Si estuviéramos hablando de una guerra contra el narcotráfico, se daría una guerra pareja, contra todos, con igual intensidad, igual fuerza, pero no es así. Y perdón, pero qué tipo de guerra puede ser o puede existir en contra de una organización criminal a la que no le tocas ni el dinero, ni la droga, mucho menos a los capos mayores.



ED— Hablas de que esta estrategia fue planteada desde el Gobierno federal; ¿hasta dónde llegan esas complicidades?, ¿hasta dónde sabe o determina el presidente Felipe Calderón?

AH— Es una pregunta en la que yo quise profundizar porque también me la hice, me la planteé y no tengo una respuesta clara. Me queda claro que él sabe lo que está pasando. Sabe que hay una lucha desigual, sabe que hay una protección implícita al Cártel de Sinaloa, es notoria, tan notoria es que “El Chapo” Guzmán sigue libre hasta este instante. Lo que he conocido, lo que he sabido por generales y por gente muy cercana al presidente es que fue convencido de que esa era la mejor solución, incluso él mismo ha comentado en sus círculos más cercanos que es mejor un solo capo con el cual dialogar que tener 10, pero sólo que ahora no tiene ni uno, ni 10, ahora tiene un montón de cabezas en esta hidra a la que no le dejan de salir cabezas cada vez que cortan una y él mismo ha manifestado su frustración porque todo se ha salido de control.

ED— ¿Bajo esa tesis hablaríamos de que Felipe Calderón fue engañado o que la estrategia que le plantearon a él no resultó?

AH— No lo sé. Es tan brutal la información que existe contra García Luna, son tan contundentes los expedientes que hay contra prácticamente todo su equipo más cercano que es increíble que el presidente de la República no esté siendo cómplice de eso, me refiero de esa protección a García Luna y mi pregunta es: ¿qué no al proteger a Genaro García Luna está protegiendo también al cártel? Me parece que esa es una respuesta que el presidente Calderón tendrá que dar tarde que temprano antes de que finalice su sexenio, es imposible que termine sin dar una explicación de por qué optaron por esta estrategia de proteger a un cártel y combatir a los demás.

ED— ¿En periodos electorales se habla mucho de blindar las campañas para evitar que sean infiltradas por el narcotráfico, pero por lo que planteas eso es sólo discurso porque estaríamos hablando de que ya se trabaja desde el poder mismo y desde diferentes escenarios para el narco?

AH— Así es. Además es ahí donde somos bastante ingenuos como sociedad. No existe en México ninguna legislación, ni ningún instrumento que permita que el IFE o los comités electorales estatales tengan alguna posibilidad de fiscalizar las campañas en su momento real, no después, el punto es en el momento que están ocurriendo, por eso tenemos a estos candidatos comprometidos con el crimen organizado.

ED— ¿Son los narcos los poderes fácticos de este país? ¿Quién ostenta el poder en el país en este momento?

AH— A mí me queda claro que es así y no es una exageración, me queda claro que es así después de cinco años de una investigación y porque las pruebas que vivimos día a día así lo muestran. Más del 80 por ciento de todos los detenidos, cuando menos hasta mediados de 2009, fueron liberados enseguida, es decir, mientras entraban por una puerta, ya estaban saliendo por la otra. No hay un verdadero Estado de Derecho, por supuesto que vivimos, por desgracia, en un Estado donde el poder fáctico del narco es el que está dominando todas las esferas, incluso la económica.

ED— Bajo este escenario, en esta crisis de violencia que se vive en todo el país, muchos sectores o ciudadanos le apuestan al 2012 como la posibilidad de un cambio, ¿qué crees?



AH— Me parece que es otra de nuestras ingenuidades, son ingenuas expectativas respecto al futuro. El narcotráfico hoy está totalmente fuera de control, no va a haber un hombre que traiga una varita mágica ni del PRD, ni del PAN, ni del PRI que pueda solucionar instantáneamente el problema. Incluso, de acuerdo con la información que he ido recopilando en estos últimos meses a raíz del libro, los propios capos de la droga, como “El Chapo” Guzmán, “El Mayo” Zambada, como “El Azul”, Héctor Beltrán Leyva y el propio Heriberto Lazcano están preocupados porque ya hay tantas células pequeñas que nadie controla, que no conocen a “El Chapo”, ni conocen al líder de “Los Zetas” porque mandan ellos en su zona y nadie les dice qué tienen que hacer.

El Gobierno federal no sólo no logró su meta de tener a un solo cártel con quien dialogar, sino que ahora tiene a una serie de cárteles y una serie de minicárteles, miniorganizaciones criminales que igual se dedican a la extorsión, al secuestro, al narcomenudeo que nadie puede detener.

Si así está dinamitado todo el país, ¿qué varita mágica, qué candidato puede ofrecer realmente solucionar las cosas? Creo que como ciudadanos tenemos que ir asumiendo nuestras responsabilidades, nuestro papel de culpa también en esta situación y también de actividad, tenemos que ser proactivos.

ED— Planteas un escenario catastrófico en el que de alguna manera todos tenemos responsabilidad y tenemos que participar; recientemente se hablaba de que en México vivimos en un estado de guerra, ¿crees que es así?

AH— A principios de febrero pude reunirme con integrantes del Comité Internacional de la Cruz Roja correspondiente a México, Centroamérica y Cuba, donde los diagnósticos que están haciendo son justamente de eso, México vive en una guerra, en donde no se respetan las reglas de una guerra, donde en esta guerra sin cuartel entre narcotraficantes mueren niños, mueren mujeres, mueren hijos de periodistas, creo que la única solución está en nosotros.

ED— ¿Cómo ves Juárez y a los juarenses en medio de esta guerra?

AH— Ahora que se dividieron estos grupos criminales –porque cuando todos estaban en paz, Juárez estaba en paz– y que el Gobierno federal ayuda al Cártel de Sinaloa a empezar a combatir a Vicente Carrillo con la intención de sacarlo de la plaza junto con todo su grupo criminal, no para limpiarla, sino para dejársela al “Chapo” Guzmán, esa es la furia de los cárteles, porque finalmente todos son unos delincuentes, no son almas de la caridad. Si los otros narcotraficantes se están dando cuenta que el Gobierno federal inclinó la balanza y está apoyando a un cártel, los otros no están mancos y no están ciegos, arremeten con mucha más fuerza y más violencia y en ese arremetimiento por supuesto hay víctimas inocentes, gente que muere en este fuego cruzado.

Evidentemente lo que está pasando en Ciudad Juárez y de acuerdo con los mapas que tiene el Departamento de Estado del Gobierno de Estados Unidos, es uno de los puntos más importantes de drogas y hoy por hoy es un centro de consumo importante de droga.

Esta lucha es cruel, esta lucha es inhumana, realmente tratando de hacer una crítica constructiva creo que los juarenses dejaron durante décadas que el crimen organizado penetrara su sociedad y mientras salpicó dinero este crimen organizado lo dejaron operar, ahora que salpica sangre ya no saben qué hacer con el problema y lo digo como una lección constructiva para todo el país.

En cuántos estados de la República la economía no creció con base en el narcotráfico y todos se quedaron callados y me refiero a todos: empresarios, gobernantes, vecinos de narcotraficantes, todos se quedaron callados. Hoy que la situación se salió totalmente de control y que los narcos ya no salpican dinero, sino sangre, es cuando estamos en esta situación.

No lo digo como que se lo merecen, no quiero ni siquiera que suene así, pero hay una corresponsabilidad y creo que mientras no entendamos como sociedad cuál es nuestra corresponsabilidad en esto, no va a haber gobierno que solucione la situación.

ED— ¿Y qué va a pasar si no funciona la estrategia del Gobierno federal en Juárez, lo que planteas de que no vinieron a limpiar la plaza, sino a dejársela al “Chapo” Guzmán?

AH— El precio es ese (la masacre). Cuántas vidas de 2008 a la fecha se han perdido en Ciudad Juárez. Ese es el precio que se está pagando, niños, mujeres, hombres de trabajo, porque también es infame decir, y me parece que eso es parte de esa ley mordaza que el Gobierno nos quiere imponer al pedir: ‘no digan nada, no digan que son inocentes’, porque al no hablar de los ejecutados es no hablar de si son inocentes, si eran niños, si era una señora que pasaba por la calle. Entonces, evidentemente una buena parte de estos 43 mil ejecutados es gente inocente y, perdón, pero la cuota de sangre que ha pagado Ciudad Juárez es infame y es infame la indiferencia que hay en el resto del país.

ED— Ciudad Juárez se ha convertido en un laboratorio de estrategias de seguridad para recuperar la paz y combatir el narcotráfico por lo que hemos tenido a los militares y a los policías federales, pero en medio de esto han quedado al descubierto juegos de poder y enfrentamientos entre los mismos secretarios, el de la Defensa y el de Seguridad Pública, ¿cómo ves esta situación?

AH— Es una situación que venía narrando desde el libro “Los Cómplices del Presidente” que publiqué en 2008, justamente cómo estaba este enfrentamiento frontal. De sutil no tiene nada, es un enfrentamiento frontal entre Galván Galván, Eduardo Medina Mora, en su momento, y Genaro García Luna. Ni Galván Galván, ni Eduardo Medina Mora confiaban nada en Genaro, es una guerra de desconfianza, es una guerra de cuidarse las espaldas para evitar la traición.

Lo digo muy tristemente porque así están los documentos, lo que el Gobierno federal está haciendo en Juárez no es para recuperar la paz, es para entregarle la plaza a un cártel y no hay ningún cártel y ningún criminal que a nadie le pueda garantizar la paz, al contrario.

El desgobierno es tal, la desconfianza es tal, la penetración del crimen organizado que no respeta instituciones y, por desgracia, mientras el Gobierno federal siga en esta guerra sesgada no va a haber nada que los pueda detener.

El Gobierno federal, y lo saben porque tienen los nombres y tienen los documentos, podría hacer muchas cosas para combatir al narcotráfico sin tirar ni una sola bala, podría empezar a detener a los empresarios que les lavan dinero, podría empezar a detener a los funcionarios públicos desde secretarios de Estado, hasta los gobernadores o presidentes municipales que protegen a los narcotraficantes. Estos grupos criminales operan gracias a estas dos piernas, una es los lavadores de dinero, los grandes empresarios. Si el Gobierno federal combatiera a los lavadores de dinero y a los políticos y funcionarios públicos que los protegen los dejarían inmovilizados, sin piernas para moverse, no digo que con eso quedarían exterminados, pero sí podrían reducirlos a su mínima expresión. Pero el problema es que los cárteles se fueron empoderando hasta llegar a ser un poder fáctico indestructible o que pareciera indestructible porque el Gobierno quiere que lo sean.

ED— El presidente Felipe Calderón ha dicho que no existe ningún elemento para señalar o afirmar que hay sesgo en esta guerra contra el narcotráfico para beneficiar a un cártel, ¿qué elementos tienes para decir lo contrario?

AH— El presidente miente. Miente, porque están los documentos y él sabe que están los documentos. Miente porque él sabe que hay una mucho menor incautación de droga y dinero contra el Cártel de Sinaloa. Miente porque “El Chapo” Guzmán sigue libre e impune. Miente porque los altos funcionarios de la Secretaría de Seguridad Pública, que es la que lleva la batuta en esta estrategia “contra el narco”, están coludidos con el Cártel de Sinaloa, hay decenas de testimonios ministeriales que lo señalan y las averiguaciones previas no avanzan porque desde Los Pinos se frenan.

ED— ¿Estados Unidos tiene también alguna preferencia por algún cártel, como dices de México?

AH— Esa es la gran pregunta. Hasta donde llegué en mi libro y pude hablar con funcionarios del Gobierno de Estados Unidos, no lo tenía con claridad. Hoy me encuentro realizando una indagación justamente sobre ese tema en Estados Unidos, aún no tengo una respuesta, pero hace unos días publiqué un documento en donde los abogados de Vicente Zambada Niebla, hijo del “Mayo” Zambada, van a argumentar como defensa ante la Corte Federal de Chicago que supuestamente el Cártel de Sinaloa habría estado operando con la anuencia de agencias como la DEA.

Eso abriría otro capítulo en la historia para poder terminar de entender qué está pasando. Lo que pude documentar y en el libro se encuentra, es que el Departamento de Estado de Estados Unidos tiene perfectamente claro que hoy el cártel más poderoso en Estados Unidos, la organización criminal de venta de drogas más importante, es el Cártel de Sinaloa, lo tiene mapeado por ciudad, por estado y es el que más extensión tiene en todo el país.

¿Cómo ocurrió esto ante las narices del gobierno de Estados Unidos? Una de dos: o es uno de sus errores de seguridad nacional más grande en los últimos años o es un asunto también de corrupción más grande de aquel lado de la frontera.

ED— ¿Y esto sería una novedad, porque en el libro documentas de una manera muy amplia la vinculación de algunas agencias estadounidenses con narcotraficantes?

AH— Así es, en el caso Irán-Contras. Cuando terminé el libro me surgió mucho esta pregunta, pero no tenía la respuesta. Quise ser muy seria, no me quise aventurar a decir nada, pero evidentemente me queda claro que si lo hicieron una vez impunemente, lo pueden hacer decenas de veces.

La política exterior del Gobierno de Estados Unidos, y lo acabamos de ver otra vez con el programa “Rápido y Furioso”, es muy destructiva, en este tenor del fin justifica los medios, totalmente maquiavélica, no importa cómo.

¿Cómo sabemos que no está pasando lo mismo o que no ha pasado lo mismo en esta última década específicamente con el Cártel de Sinaloa? No lo sé, pero hay que averiguarlo.

ED— Con todos estos planteamientos, cuestiones por resolver e información, esperaríamos una segunda parte de esta investigación.

AH— Sí. A raíz del libro lo que ha sucedido es que se ha abierto un mayor conocimiento del tema. A mí no me gusta reportear del tema del narcotráfico, pero si tengo información, me parecería una cobardía, una complicidad imperdonable que no la publicara una vez que la tenga corroborada. Me parece que este juicio contra Vicente Zambada Niebla va a ser paradigmático para entender lo que ha pasado en el narcotráfico en México en los últimos años