por Carlos Murillo G.
Un saludo a tod@s l@s compas que recibieron a Calderón con la fuerza de las palabras, que no matan, pero incomodan a los que no la tienen.
Ciudad Juárez, 12-02-10. ¿Cuánto vale la sinrazón de un presidente espurio? Más de17,000 asesinatos en tres años; ¿y cuánto vale su seguridad? Miles de policías, soldados y fuerzas del Estado mayor presidencial reprimiendo manifestaciones de civiles encabronados por la negligencia gubernamental, por la violencia de una guerra que no pidieron en Ciudad Juárez. Donde se presenta Calderón, hay calamidad.
Muy valiente se ve señor presidente espurio, rodeado de incompetentes igual de fascistas que usted (¿¡Chávez Chávez!?) de sus lambiscones incondicionales aplaudiendo cualquier barbaridad que diga o haga, mientras afuera de su refugio la gente clama ¡justicia! ¡justicia! Y la ciudad sigue en este mismo momento su ruta de sangre, extorsiones y robos a la par de la corrupción a todos los niveles de gobierno, como usted bien comprenderá, pues es fruto de un fraude electoral. ¿Se puede tener confianza en las “autoridades”? No.
Lamentable también es ver el triste espectáculo de una reunión con todas las “autoridades” (gobernadores, alcaldes, secretarios) sin imaginación ni propuestas, pero renuentes a dejar el discurso fácil, la demagogia que ya no funciona en una sociedad herida. Ahora sí, qué “honesto” decir “necesitamos la ayuda de la sociedad”, “unidos sociedad y gobierno”, ¡pamplinas! No se equivoquen, no tienen cara para ocultar su negligencia buscando el apoyo social; nosotros no los necesitamos, mientras ustedes sin nosotros son nada, nadie.
Los políticos no tienen palabra, ni vergüenza ni escrúpulos, por eso fingen no tener memoria y por eso no dejan el poder, porque son adictos al mismo. Ninguno de ellos contradice al “presidente”; nadie es capaz de decirle que cuando un gobierno conservador o persignado se instala en el autoritarismo, esa forma patriarcal de origen judeo-cristiano, se cometen injusticias en base a prejuicios religiosos. Un ejemplo: tercera década del siglo XX, Estados Unidos, Ley Seca, resultado: incremento de las bandas criminales, clandestinaje, inseguridad, corrupción; solución: fin de la prohibición. No se resuelve completamente el problema (el capitalismo no lo permite) pero se disminuye de manera considerable la actividad delincuencial.
Tres mil muertes en dos años, evitables, tuvieron que ocurrir antes para los tres niveles de gobierno intuir la relación entre la falta de oportunidades en la vida (alimentación, salud, educación, recreación, ocio) y la delincuencia, dándose, pareciera que por primera vez, la mea culpa por el abandono de la política pública en Juárez. Aún así las y los juarenses seguimos siendo para los ojos gubernamentales una sociedad podrida, sin remedio o enferma de vicio. Estamos estigmatizados por vivir en frontera con el país más vicioso del mundo, como por aquí pasa la droga y como la maquila nos hizo “más ricos”, pues ahora somos un mercado del narco, más o menos resumiendo lo dicho por Calderón.
La militarización de la vida cotidiana no es democracia. Enfrentar al pueblo con el pueblo es fraticidio. Querer encerrarnos no sólo en la ciudad, sino en nuestras casas equivale a un Estado fallido. Si no pueden, no estorben. La sociedad juarense puede gobernarse sola, de facto, así viene ocurriendo desde hace poco más de dos años o tal vez desde siempre, pues las historias de corrupción gubernamental se repiten generación tras generación, desde las guerras indias hasta nuestros días.
Se tiene que legalizar la droga, de la misma manera que se tiene que normalizar la libertad sexual, las parejas del mismo sexo, la diversidad familiar, la pluralidad de ideas; vivimos bajo mucha presión y represión por someternos a ideas arcaicas contrarias a la realización individual y social; así no se puede jugar a la democracia. No podemos cerrar los sentidos ante la nueva ciencia, el internet, los derechos humanos, la ecología, por que nos vamos a atrofiar todavía más como personas y en lo social a ser siempre un país en la retaguardia de todo, siempre llegando tarde, mal informados y equipados, como de hecho sucede cada vez que vemos el actuar político, fotografía fiel del camino por donde México transita y está donde está: siempre ofreciendo excusas y pretextos, pero pocas veces resultados.
Todavía tienen cuatro meses y medio para rectificar el rumbo, no los desperdicien.
Mientras tanto, nos vemos el sábado 13 de febrero a las diez de la mañana en el monumento a Juárez, por la memoria de todas las víctimas, por la dignidad y la libertad de Ciudad Juárez, ¡lleva tu tambor!
¡Juárez, Juárez, no es cuartel, fuera ejército de él!
¡NO SOLUCIONES, NO ELECCIONES!
Revolución MMX