En Lomas del Poleo: La pinza se cierra, pero la resistencia sigue



Juan Carlos Martínez

Es por eso que en esta etapa crucial del conflicto, Catarino del Río Camacho, Fernando Carrillo Flores y el abogado Jesús Manuel Alfaro Sánchez, --los tres, empleados de Pedro y Jorge Zaragoza Fuentes--, han decidido apretar al máximo la pinza intentando quebrar así la voluntad de estas últimas 20 familias que no se han rendido y luchan en contra del despojo de su tierra en la parte alta de esa colonia.

En los últimos días, la presión ejercida por los empleados de la familia Zaragoza Fuentes, ha consistido en sistematizar sus visitas a las casas de los colonos, sobre todo a las de los más viejos y enfermos, para ofrecerles cincuenta mil pesos a cambio de que abandonen sus predios, como si dos hectáreas de terreno y más de 30 años de vivir en ellas, no tuviera significado alguno en la vida de los aguerridos pobladores de Lomas del Poleo.

Del Río Camacho y Carrillo Flores, son los mismos que, al amparo de un nutrido grupo de choque –cholos armados de palos y perros de pelea--, han encabezado la destrucción de la mayoría de viviendas en esa colonia, después de que sus habitantes son amenazados para que las abandonen.

Paralelo a la demolición ilegal de casas y al terror que estas acciones producen en el ánimo de los colonos, los Zaragoza Fuentes ofrecen ahora migajas a aquellos habitantes de quien saben ya tienen juicios firmes en los tribunales. Sería bueno que estos empresarios explicaran por qué están ofreciendo dinero por terrenos que, según afirman, son de su propiedad.

A estas alturas, cabe también preguntarle a esa familia, afamada localmente por su filantropía, si cree que cincuenta mil pesos son suficientes para cubrir el pago de una abultada cuota de agravios cometidos durante más de cinco años en contra de los habitantes de esa zona.



¿A caso, esa paupérrima cantidad cubre el valor de la tierra por la que tanto dolor han padecido sus habitantes y que, ahora, por caprichos del desarrollo, se ubica en un importante enclave comercial en esta frontera? ¿Cuánto cuesta, moral, ética y económicamente, dejar sin luz a una escuela primaria; abrir zanjas para evitar que niños y ancianos burlen un vergonzoso cerco de alambre de púas; negar el ingreso de alimento para animales de crianza; agravar el estado de salud de ancianos y mujeres; destruir casas, después de sustraer las pertenencias de éstas; exigir a ciudadanos se identifiquen ante guardias blancas; negar el ingreso a personas que pretenden visitar a parientes y amigos que viven en la colonia; impedir el paso, inclusive, a policías y agentes investigadores de delitos…? En síntesis, ¿cuándo y ante quién responderán estos amos e impunes dueños del dinero sobre la indemnización que estarían obligados a pagar, después de haber destrozado la vida de una comunidad? ¿Qué autoridad podrá éticamente descalificar la afirmación de don Aurelio Carranza, un hombre cansado, enfermo, de más de 70 años, de los cuales 35 ha pasado en Lomas del Poleo, cuando afirma que él y las familias que aún habitan esa colonia estarían mejor en una cárcel porque al menos en ésta se permiten dos visitas a la semana?

Así, a casi menos de un mes de que Pedro y Jorge Zaragoza Fuentes estén obligados a comparecer ante un tribunal agrario, para responder al cuestionamiento legal de varios colonos, abría que preguntarle también al presidente municipal de esta frontera, José Reyes Ferriz y al secretario del Ayuntamiento, Guillermo Dowell, ¿por qué y por cuánto han permitido que estos empresarios lleven a cabo una serie de actos que contravienen la posesión legal y pacífica en Lomas del Poleo, sobre todo cuando hay varios juicios en curso? Aunque el Ayuntamiento local asumió ya que las tierras en disputa ´´son propiedad privada´´, según respondió Dowell a un grupo de académicos y activistas juarenses y de otras partes del mundo, preocupados por la violación de los derechos humanos en Lomas del Poleo, el 10 de diciembre pasado, este funcionario eludió, como si se tratara de un asunto menor, la responsabilidad que por ley tiene el presidente municipal de garantizar en su ciudad, sin distingo alguno, el derecho constitucional al libre tránsito.

En este punto, lo más escandaloso es que Guillermo Dowell, otrora abogado al servicio de encumbrados empresarios juarenses, haya tratado también como un asunto menor el hecho de que particulares estén suplantando el Estado de derecho en una área de la ciudad y que el propio municipio este llevando a cabo trabajos de nivelación de suelo para la construcción de una carretera sobre terrenos en litigio y protegidos por medidas cautelares, dictadas por el Tribunal Unitario Agrario Número Cinco, el 7 de noviembre de 2008. Sin que hasta la fecha hayan sido plenamente respetadas, estas medidas ordenan formalmente a los demandados Pedro y Jorge Zaragoza Fuentes, así como al propio Ayuntamiento de que se abstengan de realizar actos que vayan en contra de la posesión, la integridad física y el libre tránsito de varias familias en esa colonia.



Apenas, el miércoles 17 de diciembre, hombres que se identificaron como empleados de la dirección general de Asentamientos Humanos, a cargo de Carlos Morales Villalobos y que se conducían en una camioneta tipo Pick Up, con placas ZTS4643, se presentaron en la casa de don José Espino Castor para amenazarlo con terminar de destruir su casa sino detenía los trabajos de reconstrucción del techo de la misma que apenas siete días antes estuvo a punto de sucumbir a manos de los hombres de Catarino del Río Camacho y Fernando Carrillo Flores. Aunque, Espino Castor no pertenece al grupo legal que defiende la abogada Bárbara Zamora, es importante resaltar que este colono tiene viviendo en Lomas del Poleo casi 38 años, la misma edad que tiene su hija mayor, Ángeles, quien, desde siempre, ha sido una firme defensora de la tierra y de la escuela primaria en esa colonia.

Con la cuchilla en el cuello, con casi todos los factores de poder en su contra –tribunales, alcalde, gobernador, policías, prensa y hasta de una buena parte de esa inexplicable llamada sociedad culta y politizada--, eso sí, con su firme resistencia y dignidad por adelante, esta rara especie de luchadores sociales del norte se apresta, en medio de los gélidos fríos decembrinos, a seguir dando la batalla. La pinza se cierra, pero la resistencia sigue…