discurso de Irma Campos pronunciado en evento de premiación del Instituto Chihuahuense de la Mujer



Señoras y señores del presídium,

Amigos y amigas todas.

No tengo palabras para agradecerles la distinción que hoy me entregan, misma que asumo como una muestra de tolerancia y pluralidad, pero sobre todo como la expresión del reconocimiento a la difícil, larga e histórica lucha de las mujeres.
Omitiré nombrar a muchas mujeres que, al igual que yo, podrían, ahora, estar en mi lugar con méritos propios y sobrados.
Ellas saben, todos y todas nosotras sabemos, quienes son y su enorme valía.
En cambio, sí es mi deseo expresar gratitud al Gobierno del Estado y al Instituto Chihuahuense de la Mujer y a su directora general, Luisa Camberos, por la orientación que se da a ésta joven institución llamada a fortalecerse y cuyo trabajo se reconoce en Chihuahua.



Ojalá logre más altas y mejores metas.
En el pasado inmediato las mujeres hemos sido la cabeza de la resistencia en favor de:
· El establecimiento de la perspectiva de género como un criterio ineludible para el diseño de las políticas públicas de cualquier Estado que se precie de democrático.
· El reconocimiento pleno de los derechos humanos de las mujeres sin discriminación alguna.
· El esfuerzo por liquidar la impunidad y, a final de cuentas, los crímenes de estado que están detrás del femenicidio no esclarecido.
No ocuparé su atención exponiéndoles los temas que han dado cuerpo a la gran revolución de las mujeres en el mundo. Baste decir que en muy poco tiempo se han abatido rezagos gigantescos pero, no lo olvidemos, falta mucho por hacer, pues aún subsisten estructuras de dominación y dependencia inadmisibles.
Aludiré brevemente a tres temas:
1. La gran conquista que es para nuestra sociedad, y en particular para las mujeres, la reciente sentencia de la SCJN en la que se sostiene la constitucionalidad de la legislación que despenaliza la interrupción voluntaria del embarazo y se reconoce el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo.
2. El feminicidio en Chihuahua continúa como una herida abierta.
3. El poder público reconoce la perspectiva de género, pero aún se resiste a traducirla en hechos. Es urgente inaugurar la construcción de una nueva cultura jurídica de la igualdad que la haga posible y que se inicia con la capacitación de las y los gobernantes para aquilatar su esencia. Si no hay políticas públicas con apoyo presupuestal que repercutan en el bienestar de las mujeres y un pleno acceso a la justicia para ellas -desde la niñez hasta la edad madura- el discurso está vacío.




Me da mucho gusto recibir este premio, que recuerda a la madre María Luisa Reynoso.
No puedo menos que evocar que por sendas diferentes luchamos por objetivos comunes.
Compartí la lucha contra el longevo autoritarismo mexicano; he bregado por hacer del derecho una instrumento de emancipación para las mujeres; como socialista participé de la utopía armada; al lado de mis compañeros y compañeras pugné por una vivienda digna, mejor salario, democracia y libertad sindicales, por una universidad crítica y por una plena transición y consolidación democráticas para México.
Siempre lo hice pensando y reivindicando la participación plena de las mujeres. Jamás he sostenido que la liberación de las mujeres llegaría como consecuencia mecánica del triunfo de estas causas, la mayoría de las cuales se mantienen vigentes.
En pocas palabras: lo que NO hagamos las mujeres por nuestra liberación nadie lo hará, ni conviene que lo haga.
De todas las luchas que he participado puedo extraer una conclusión: vale la pena estar de pie, siempre de pie.
Para terminar, sólo pido a las mujeres aquí congregadas tener presente:
¡Por más que en momentos -- la mirada se me caiga -- cuenten siempre con mi horizonte!
¡Por más que en momentos -- mi brazo desmaye -- cuenten siempre con mi mano!
¡Por más que en momentos -- me flaqueé la voz -- cuenten siempre con mi aliento!



¡Muchas Gracias!